EL DESAYUNO

Etimológicamente, la palabra viene del latín “dis-iunare”, que significa “romper el ayuno”: Por lo tanto, simplemente fijándonos en el origen y significado de esta palabra, conocemos uno de los principales objetivos de esta toma de alimentos; romper el ayuno después de un periodo prolongado. Esta ruptura del ayuno da paso al comienzo de la actividad diaria, y no se puede comprender una actividad en plenitud de facultades sin un aporte de energía al organismo. Cada vez aparecen más estudios en los que se muestra una relación entre el desayuno y el rendimiento escolar, pero el desayuno no se vuelve imprescindible únicamente en esta época de la vida, sino que también se relaciona con un incremento en el rendimiento laboral, ya sea en una actividad física, o en una actividad que requiera un esfuerzo de concentración. Es fácil darse cuenta que si no tomamos alimentos a primera hora de la mañana, podemos caer en una hipoglucemia que nos interferirá con la capacidad de atención, concentración y memoria. Por lo tanto es fácil darse cuenta de la importancia del desayuno como recarga de energía para el comienzo de un nuevo día. El desayuno también se ha relacionado con la obesidad. Se ha visto que el no desayunar provoca un hambre a media mañana que nos lleva a consumir alimentos dulces o salados de alta densidad energética. Cuando suprimimos el desayuno, es habitual que el hambre que posteriormente aparece lo mitiguemos con el clásico “pincho”, o con una pieza de bollería o pastelería. Este hábito, a lo largo de los días, hace que nuestra alimentación se vuelva rica en grasas y pobre en los hidratos de carbono que hubiésemos tomado en el desayuno. El desayuno marca la pauta de la alimentación diaria, y si lo suprimimos, los horarios de comida pueden empezar a alterarse. Las personas que desayunan diariamente tienen una dieta de mayor calidad, con un contenido más rico en hidratos de carbono, fibra, vitaminas y minerales. Al contrario, las personas que realizan este desayuno en la media mañana, muestran una dieta rica en grasas, pobre en fibra, y desajustada en cuanto a los horarios. Hay que recordar que en el sobrepeso y la obesidad, además del contenido calórico de la dieta, juega un papel muy importante la distribución de los alimentos a lo largo del día. Álvaro Rodríguez de la Flor Farmacéutico. Diplomado en Nutrición y Dietética

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